No sé vosotros, pero yo soy muy aficionado a
programas como “Cazadores de Mitos” y la mayoría de los programas del
canal Discovery (que suelen incluir Mega-algo, no-sé-qué Extremo o
lo-que-sea Radical). Es un programa divertido, y esto es así por varias
razones. Una de ellas (por supuesto la principal) es que no importa si
lo que quieren demostrar es que el agua gira en un sentido en medio
mundo y en el contrario en el otro, porque la forma de hacerlo será
volando algo por los aires. La razón importante de verdad, es que es un
programa que además de la espectacularidad y el sentido del humor
tremendo que muestran en todo momento, nunca dejan de lado la
exhaustividad y la función divulgativa, es decir, que se preocupan de
enseñar cosas además de el hacerlas explotar siempre que puedan.
Pues bien, toda esta parrafada viene a cuento de que
hoy, en exclusiva, y porque tengo mucho tiempo libre que gastar (o quizá
no tanto), he decidido que voy a dedicar unas líneas a desmontar algunos de los mitos más extendidos en el mundillo Android (algunos en el de los smartphone en general), y espero que os gusten.
El primero de los
mitos que me gustaría, más que desmentir, aclarar, es el de la duración
de la batería. Estoy harto de oir a la gente quejarse de que las baterías duran nada y menos, y de que no se hace nada por mejorar sus duraciones.
Para empezar, hay que aclarar que Android, Windows Phone 7 y demás, son
smartphone y la idea de este tipo de teléfonos es su uso en entornos
empresariales y de oficina (en origen), por lo que no fueron pensados en
principio para darles un uso intensivo, de llevarte a todas partes y
haciendo siempre mil cosas. No obstante, desde la aparición de los
primeros Windows Mobile y el primer iPhone, los fabricantes han puesto
un gran énfasis en las baterías, diseñando dispositivos que mejoran cada
día más el rendimiento con respecto al consumo (si no me creéis
enfrentad un procesador de móvil de hace tres años a uno de ahora y
comparad los rendimientos, después mirad las baterías con que funcionan
cada uno, y veréis que no está tan mal). Además, están mejorando los
sistemas de carga, el número de cargas que admiten, y por supuesto, la
autonomía, aunque, como cada vez ofrecen más y más prestaciones, no se
nota tanto como debería. En suma, las baterías no duran poco, cada vez
van durando más, pero cada vez intentamos hacer más cosas con los
dispositivos.
Tras mi primera y (estoy seguro) muy controvertida
afirmación, toca comentar otro de los mitos muy extendidos sobre Android
(aunque vale para todos en general), directamente relacionado con el
anterior y es que tener el WiFi encendido consume mucha batería.
A ver, es obvio que una antena encendida y un proceso de rastreo
constante (para comprobar si estamos en una red abierta o una conocida)
consumirán algo de batería, pero la cantidad es prácticamente
irrisoria. Además, este hecho compensa con creces si aprovechamos esas
conexiones WiFi para aligerar lo que descargamos de las redes 3G. Si no
me creéis, os prepararé un símil muy simple que explica este fenómeno.
Como todos más o menos sabéis, las antenas WiFi tienen una distancia de
cobertura que es una auténtica mierda
está bastante limitada, no así las 3G, que cubren desde la plaza de mi
pueblo a la cima del Everest sin cortes. Esto significa que en la
práctica, cada vez que nuestro teléfono intente enviar información a la
red (y ocurre a menudo) tendremos que enviarla mucho más lejos para la
red 3G, exigiendo más potencia de nuestra antenas, es como (aquí viene
mi ingenioso símil) si empujáramos un coche de juguete para llegar a una
distancia pequeña o a una bastante mayor, nos costará mucho más
lanzarlo lejos que cerca, y mientras que de cerca podríamos jugar toda
la tarde, a la tercera o cuarta vez que lo lancemos lejos estaremos
demasiado cansados, sin batería…
Es decir, que la antena WiFi conectada, no
sólo no consume tanta batería como se cree, sino que en bastantes
circunstancias nos puede ayudar bastante a exprimir la vida útil de la
misma.
Otra cosa que solemos escuchar en los mentideros más selectos es que Android no va para nada fluido.
La verdad, no sé qué crédito dar a esta afirmación, tengo tres móviles,
un tablet, y gracias a mi trabajo la ocasión de trastear con
incontables prototipos, y os puedo asegurar que la única forma de que
dejen de ir fluido es ponerte a hacer el animal y llenarlo hasta arriba.
No podemos olvidarnos de que estamos hablando de ordenadores de mano, y
como tales, cuando llegamos al límite de sus capacidades, hay poco más
que podamos exigir. Por supuesto que a todos nos gustaría hacerlo, pero
no creo que lo más inteligente que podamos hacer sea intentar arrancar
Gingerbread en nuestro antiguo y flamante HTC Dream, pues aunque lo
consigamos, cada nueva versión incorpora caracterísitcas que ralentizan
el sistema, exigiendo mayores cantidades de memoria RAM y ROM, así como
procesadores más potentes. O sea, que el problema no es tanto la
fluidez, como la exigencia contra los aparatos, tened en cuenta qué os habéis comprado y pedidle que se porte en consecuencia, no más allá.
Al hilo de los anteriores, cuando nos encontramos con
gente que tiene teléfonos que funcionan a trompicones, suelen instalar
aplicaciones para gestión de procesos (task-killers) para liberar
memoria y procesador a su antojo. El problema, es que esto interfiere
directamente con el rendimiento del sistema, pues Android tiene su
propia forma de lidiar con esta cuestión y la intervención manual causa
inconvenientes de funcionamiento de lo más variado, desde force closing
(cierres forzados) de aplicaciones hasta reinicios del sistema completo.
Mi recomendación es que si no sabéis mucho no toquéis, y no os creáis
que un task-killer es una panacea, pues es poco probable que cargarte
Twitter en background evite que tu teléfono vaya a saltos intentando
reproducir contenido HD en internet… En suma, los task-killer no arreglan problemas de rendimiento en Android, y en muchos casos pueden agravarlos, cuidado con lo que hacéis.
Esta última suele venir acompañada de la afirmación
de que es muy fácil, y que no se toca nada en realidad, y me viene
genial para hilar con otra que quería desmentir desde hace tiempo, que Android es muy dificil,
nada intuitivo. A ver, seamos serios, ¿nada intuitivo? Puedo entender
que haya gente que prefiera la simplicidad de iPhone, pero el problema
aquí es que si quieres hacer algo más con tu teléfono, no puedes, con
Android sí. En mi experiencia, las cosas fáciles e intuitivas son tan
fáciles e intuitivas en uno como en otro, pero las difíciles sólo son
posibles en uno de ellos. Uno de los redactores de este blog dejó en una
ocasión un Samsung Galaxy Tab y un iPad a sus abuelos, y al contrario
de lo que muchos piensan, no supieron usar la manzana y se sintieron más
cómodos con Andy sin recibir ningún tipo de instrucciones*
Espero que esta pequeña ración de mitos y leyendas os
haya gustado y dado que pensar. Quedan para próximas ocasiones el
desmentir cosas como “Es un iPhone para pobres” o “sólo los frikis
llevan Android”. Si echáis algo en falta, o creéis que algo debería ser
matizado, es el momento de hablar o callar para siempre.
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