La legendaria película de Francis Ford Coppola se estrenó en Nueva York el 15 de marzo de 1972
El Padrinode padrinos, Vito Corleone, sopla las velas. Aunque solo haya cumplido 40 años, parece que, como el dinosaurio de Monterroso,«El Padrino»siempre estuvo ahí. No solamente en su hábitat natural, una sala de cine, sino en el imaginario colectivo de un par de generaciones que, lo mismo que han jugado al menos una vez al «Comecocos» (según una estadística popular), sin duda han puesto en su boca, con acento algodonoso incluido, algunos de los diálogos inmortales del filme, sobre todo en estos tiempos de reformas laborales donde tantoabundan las ofertas que no se pueden rechazar (¿acaso no tiene Rajoy cierto aire a Coppola?).
Leone: pasta gansa
Siempre atento al imperio de sus sentidos, Evans dio con la llave mágica para que el material triunfara dentro de un panorama donde historias similares se habían estrellado: «Que el aroma a salsa de espaguetis caseros inundara cada sala de cine». Para ello, aunque el favorito del estudio era Sergio Leone (quizá por lo del spaguetti-western) nada mejor que contratar a un director especialista en ambas disciplinas: cine y gastronomía.
También el papel de Michael Corleone trajo cola, ya que Al Pacino (cuyos abuelos habían nacido precisamente en Corleone, Sicilia) no contaba con el beneplácito de casi nadie, después de que Jack Nicholson, Dustin Hoffman, Warren Beatty o Robert Redford dijeran no. Pero su actuación en la escena del asesinato del turco y el capitán de la policía sirvió para callar bocas y morder malas lenguas.
Sinatra y Puzo, a tortas
A pesar de los intentos de boicot de Frank Sinatra (al que Puzo ridiculizó en la novela con el personaje de Johnny Fontane, circunstancia que casi les hizo llegar a las manos en una fiesta), los cimientos estaban puestos, y gracias a un reparto inmejorable (desde James Caan a Robert Duvall, pasando por Diane Keaton, John Cazale o Sterling Hayden), la fotografía deGordon Willis, la música de Nino Rota, una curiosa simbología alta en vitamina C (lasnaranjas como heraldos de la muerte), y alguna que otra artimaña como cambiar la famosa cabeza de caballo de atrezzo por una real en la toma definitiva, «El Padrino» iba camino de convertirse en algo grande.
Brando, haciendo el indio
Lástima que Coppola estaba demasiado enfrascado en sus futuros y megalómanos proyectos para disfrutar de su éxito, y de los tres Oscar mayores que el filme ganó (el más memorable, el cosechado por Marlon Brando, que envió a una india más bien falsa llamada Sacheen Littlefeather para recoger el premio y lanzar una filípica bochornosa).
Ahora, 40 años después, sigue siendo la película mejor valorada por la plana mayor de críticos, historiadores e internautas, un negocio redondo para la Paramount (recaudó más de 180 millones de euros tras su estreno, desbancando a «Lo que el viento se llevó») e incluso ha triunfado en las consolas gracias al (notable) videojuegohomónimo lanzado en 2009. Y no olvidemos que la buena de verdad fue la secuela...
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